En las entrañas de Jalisco, México, operaba un lugar conocido como “La Escuelita”, un rancho clandestino donde el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) adiestraba a jóvenes, incluidos menores de edad, para convertirlos en sicarios. Este centro de entrenamiento, descubierto recientemente por las fuerzas de seguridad, ha expuesto los métodos brutales y deshumanizantes utilizados por el cártel para reclutar y adoctrinar a una nueva generación de criminales.
Según testimonios de sobrevivientes y reportes oficiales, los reclutas eran sometidos a un régimen que buscaba eliminar su identidad personal. Se les prohibía usar sus nombres, se les imponía uniformes idénticos y se les despojaba de sus pertenencias. Además, eran aislados del mundo exterior y sometidos a rituales macabros, como beber sangre, como parte de su “iniciación” en el cártel. “Nos decían que éramos soldados de élite, pero solo éramos esclavos. Si fallabas, te golpeaban o te dejaban sin comer. Era un infierno”, relató uno de los jóvenes rescatados.
El adiestramiento en “La Escuelita” consistía en intensas jornadas de preparación militar, donde los jóvenes aprendían a utilizar armas de alto calibre, implementar tácticas de combate y llevar a cabo tareas de vigilancia. Las condiciones eran extremas: falta de sueño, comida limitada y constantes castigos físicos. Muchos de estos adolescentes eran reclutados con promesas de dinero y poder; sin embargo, una vez dentro, se dieron cuenta de que escapar era casi imposible.
La operación que desmanteló “La Escuelita” reveló un panorama aterrador. Las autoridades encontraron arsenales de armas, campamentos de entrenamiento improvisados y pruebas de los rituales de iniciación, como restos de sangre y objetos utilizados en estas ceremonias. Este lugar era fundamental para el CJNG, que buscaba reclutar y adoctrinar a jóvenes en áreas marginadas, donde la pobreza y la falta de oportunidades los convertían en víctimas propensas.
El CJNG, liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’, es uno de los cárteles más poderosos y violentos de México. Este caso no solo expone su brutalidad, sino también su capacidad para explotar la vulnerabilidad de los jóvenes. Aunque el desmantelamiento de “La Escuelita” representa un golpe al cártel, expertos advierten que el problema va más allá.